Era un día espléndido cuando Juan decidió salir a pescar truchas en el río de su pueblo. Había oído que el agua estaba cristalina y que había muchas truchas grandes en el río ese año.
Juan cargó su equipo en su camión y se dirigió al río con emoción. Al llegar, encontró un lugar perfecto para tender su línea y se sentó a esperar pacientemente a que las truchas mordieran el anzuelo.
Pasó una hora y aún no había tenido ningún mordisco, pero Juan no se desanimó. Sabía que la pesca deportiva a veces requería mucha paciencia. Finalmente, después de otra hora, sintió un fuerte tirón en su línea. ¡Había atrapado una trucha! Juan luchó contra la trucha durante unos minutos antes de lograr sacarla del agua y ponerla en su cesta. Era una trucha hermosa, de unos tres kilos de peso.
A medida que el día avanzaba, Juan atrapó varias más truchas de diferentes tamaños. Estaba emocionado de haber tenido tanto éxito en su día de pesca deportiva. A medida que el sol comenzaba a ponerse, Juan decidió llamarlo un día y comenzar a empacar su equipo.
Mientras caminaba de regreso a su camión, se dio cuenta de que había olvidado su cesta de truchas en el río. Con un suspiro, Juan volvió a caminar hacia el río para recoger su cesta. Cuando llegó, se dio cuenta de que había sido robada. Alguien había tomado sus truchas mientras él estaba de regreso a su camión.
Juan se sintió frustrado y triste, pero decidió no dejar que eso arruinara su día de pesca. Aunque no tuviera las truchas que había atrapado, aún había tenido un día maravilloso pasado al aire libre y había disfrutado de la emoción de la pesca deportiva. Con eso en mente, Juan subió a su camión y comenzó el camino de regreso a casa, planeando su próxima aventura de pesca deportiva.
La semana siguiente. Juan estaba decidido a no dejar que el robo de su cesta de truchas arruinara su pasión por la pesca deportiva. Así que a la semana siguiente, volvió al río con una nueva cesta y una determinación renovada.
Esta vez, eligió un lugar diferente en el río para tender su línea. Era un lugar un poco más alejado del camino principal, donde esperaba tener más privacidad y menos posibilidades de que le robaran otra vez. Juan se sentó en la orilla del río y comenzó a esperar pacientemente a que las truchas mordieran el anzuelo.
Pasó una hora y luego otra sin ningún mordisco, pero Juan no se desanimó. Sabía que la pesca deportiva a veces requería mucha paciencia. Finalmente, después de otra hora, sintió un fuerte tirón en su línea. ¡Había atrapado una trucha! Juan luchó contra la trucha durante unos minutos antes de lograr sacarla del agua y ponerla en su cesta.
Era una trucha hermosa, de unos tres kilos de peso. A medida que el día avanzaba, Juan atrapó varias más truchas de diferentes tamaños. Estaba emocionado de haber tenido tanto éxito en su día de pesca deportiva. Pero mientras pescaba, Juan comenzó a notar algo extraño en el agua. Había una sombra muy grande moviéndose debajo de la superficie. Se preguntó qué podría ser y decidió acercarse un poco más para ver mejor. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se dio cuenta de que la sombra era un enorme salmón que debía pesar al menos diez kilos. Juan no podía creerlo, nunca había visto un salmón tan grande en el río.
Con una sonrisa de emoción, Juan sacó su línea más fuerte y se preparó para luchar contra el salmón. La pelea fue intensa y duró varios minutos, pero finalmente Juan logró sacar el salmón del agua y ponerlo en su cesta. Fue una aventura increíble y Juan no podía esperar a contarle a todos sus amigos sobre su gran captura. Sabía que sería un día que recordaría por siempre. Esta historia continuará...