Juan el pescador deportivo se encontraba emocionado por su nueva aventura en alta mar. Esta vez había invitado a dos de sus amigos, Pancho y don Gustavo, a acompañarlo en la pesca de sierras.
La mañana estaba fría y nublada, pero eso no disminuía el entusiasmo de los tres amigos. Prepararon su bote y se dirigieron al mar abierto en busca de las mejores zonas para la pesca de sierras.
Después de un rato navegando, encontraron un lugar ideal para la pesca. Juan les indicó a Pancho y don Gustavo cómo debían preparar los señuelos para atraer a las sierras.
No pasó mucho tiempo antes de que empezaran a notar las primeras mordidas en los señuelos de trolling. Las sierras eran grandes y fuertes, y la lucha para sacarlas del agua era emocionante.
Juan, Pancho y don Gustavo estaban tan concentrados en la pesca que no se dieron cuenta de que se estaba levantando una fuerte tormenta. De repente, las olas se volvieron más grandes y el viento comenzó a soplar con fuerza.
A pesar del peligro, los amigos decidieron seguir pescando. Fue entonces cuando Juan notó que don Gustavo había perdido el equilibrio y estaba a punto de caer al agua. Rápidamente, Juan lo agarró del brazo y lo levantó de nuevo al bote.
La tormenta seguía aumentando en intensidad, y el bote empezó a zarandearse peligrosamente. La tormenta había alcanzado su punto máximo y los pescadores luchaban por mantener el control del bote mientras las olas lo sacudían de un lado a otro. Fue entonces cuando notaron que algo estaba merodeando debajo de ellos, golpeando el casco del bote con fuerza y moviendo el agua a su alrededor.
Uno de los pescadores iluminó el agua con su linterna y vio la silueta oscura de un pez monstruoso, con una mandíbula enorme y afilada que parecía lista para devorarlos. Los hombres trataron de alejarse, pero el pez siguió persiguiéndolos, arrojando el bote de un lado a otro con su enorme cuerpo.
Finalmente, el pez atacó, saltando del agua y chocando contra el bote con una fuerza aterradora. Los pescadores gritaron mientras se aferraban desesperadamente al casco del bote, sintiendo cómo el agua fría y salada los empapaba por completo.
El pez monstruoso siguió persiguiéndolos, saltando y golpeando el bote con cada oportunidad. Los hombres estaban aterrorizados, seguros de que serían arrastrados al agua en cualquier momento y devorados por el pez gigante.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, la tormenta comenzó a disminuir y el pez monstruoso se alejó, desapareciendo en la oscuridad de la noche. Los pescadores respiraron un suspiro de alivio mientras remaban hacia la costa, agradecidos de haber sobrevivido a la tempestad y al monstruo marino.
Desde entonces, los pescadores evitaban esa zona del mar, recordando con temor la noche en que se encontraron con el pez monstruoso que merodeaba el bote con ganas de comerse a los pescadores
Mientras regresaban a casa, Pancho y don Gustavo agradecieron a Juan por haberlos salvado. Todos estaban exhaustos y aterrados por la experiencia que habían tenido. A partir de ese día, los amigos aprendieron a respetar aún más la naturaleza y los peligros que pueden presentarse en alta mar, sin embargo esto solo sería el inicio de una historia que recién comienza...